Alfonso Carbajal

¿Los turbocargadores mejoran el rendimiento de tu vehículo?

Un turbocargador, o turbo, es un ejemplo excelente de cómo se obtiene algo a cambio de casi nada. Estos aparatos toman gases de desecho de la combustión de un motor para producir más potencia. Básicamente, son un refuerzo gratis del rendimiento y se pueden colocar en casi cualquier motor para que funcione con mayor eficacia.

Los turbocargadores hacen que un motor de poca capacidad genere la potencia de uno más grande sin tener que pagar el castigo por no ahorrar combustible de los motores de bloque grande.

Asimismo, los vehículos compactos pueden tener un rendimiento mucho mayor pese al escaso espacio del motor. Esto permite a los fabricantes hacer vehículos más ligeros y rápidos.

Los turbocargadores funcionan con la energía cinética de los gases de desecho, los cuales hacen girar una turbina conectada a una bomba que comprime el aire con una rueda compresora. La operación se llama inducción forzada. El aire se comprime para aumentar notablemente su presión, densidad y temperatura. En cambio, un motor sin turbocargador succiona el aire natural.

El aire comprimido y denso contiene más oxígeno, lo que mejora la combustión y, cuando se mezcla con más combustible genera más potencia. Cada tiempo del ciclo de combustión es más grande y potente; así, pueden utilizarse menos cilindros más pequeños para obtener la misma potencia acumulada que la de motores con más cilindros más grandes, que toman aire natural.

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Con un turbocargador funciona con gases de escape, la temperatura de la turbina se eleva mucho. Esto calienta el compresor, que a su vez calienta el aire comprimido. Como se necesita aire frío para conseguir la mayor eficacia mecánica, los motores turbocargados tienen un radiador por el que el aire caliente pasa y se enfría antes de llegar al motor.

En la actualidad, casi todos los motores diesel usan turbocargadores, y por una buena razón: aumentan la potencia de un motor que de suyo es menos eficiente, sin alterar el impresionante ahorro de combustible por el que muchos prefieren comprar estos motores.

Igualmente, cada vez más autos de gasolina usan turbocargadores, pues los fabricantes utilizan motores pequeños y eficientes que ofrecen la misma potencia que los grandes y contaminantes.

La potencia de un turbocargador no es completamente gratuita: la resistencia adicional que impone la turbina al escape le cuesta al vehículo algo de empuje, pero es mínimo en comparación con las ganancias que aporta.